¿Eres una de esas personas con una buena carrera laboral pero piensas que no te lo mereces y que van a descubrir que no tienes talento? Si te sientes identificado o ves reflejado a alguien, quédate conmigo y descubre en qué consiste el síndrome del impostor y cómo hacerle frente.
¿Qué te pasa si tienes el síndrome del impostor?
En primer lugar, que no cunda el pánico, nos referimos a un «síndrome» para describirlo, no obstante, no es nada grave, puedes hacerle frente. Este síndrome no se encuentra recogido en el manual diagnóstico de referencia en la salud mental, el DSM-V.
Este término fue acuñado por Pauline Clance en 1978, la cual se vio sometida a esta síndrome en la escuela. Puede que te haya pasado como a ella y no hayas sido consciente hasta que no te has sentido identificado al leerme. Este síndrome fue estudiado, en un principio, en mujeres ya que empezaron a meterse en el mundo laboral y en busca de la famosa conciliación.
Eres una persona con una carrera exitosa, logros académicos y reconocimiento social. No obstante, a pesar de eso, tienes un sentimiento profundo de deshonestidad hacia tus propias competencias, sientes que vas a defraudar a los demás y que van a descubrir que no eres tan bueno como piensan. Piensas que la mayoría de las cosas que has conseguido se deben a factores externos o suerte.
Causas:
1. Educación: hay dos grupos dentro de esta causa.
El primer grupo abarca a los que vivieron en una familia en la cual se había asignado a un hermano/a el papel de «inteligente». A raíz de esto sientes que hagas lo que hagas no vas a poder demostrar tu valía a pesar de estar al mismo nivel y empiezas a dudar de tu valía.
El segundo grupo, desde pequeño se te asignan aptitudes innatas como la inteligencia o el talento pero al salir al mundo real te das cuenta de que es necesario un gran esfuerzo para conseguir muchas cosas y no es tan innato. Aparecen sensaciones de miedo a ser descubiertos y a defraudar a los que pensaban que eras talentoso.
2. Atribución del éxito fracaso errónea: La sociedad, en general, considera que las personas con un talento, no necesitan esforzarse para conseguir grandes cosas y no se considera tan valioso que cuando se requiere de un esfuerzo y una dificultad para conseguirlo. Es cierto que el esfuerzo y la perseverancia son admirables, pero no olvidemos que el talento también un posee un gran valor.
Consecuencias:
Empleas mucho más tiempo que los demás trabajando y esforzándote con el fin de evitar que te descubran. Esto hará que te desgastes mental y físicamente y vivas con la sensación de no llegar a todo.
Finges y creas un papel con lo que crees que los demás esperan de ti. No muestras tus opiniones ni lo que piensas por miedo a equivocarte o ser rechazado.
Baja autoestima: no reconoces tus méritos ni éxitos laborales, acabas pensando que tu no tienes nada que ver con lo que te sale bien es lo que se denomina locus externo.
Ansiedad: estás pendiente de tu rendimiento y del fracaso lo cual desencadena problemas del sueño, de concentración y problemas en tus relaciones personales.
Evitas responsabilidades: no te ves preparado por tanto ante posibilidades nuevas como ascender o un nuevo proyecto, lo rechazas por miedo a equivocarte o a que descubran que no vales para eso.
¿Cómo puedes hacerle frente al síndrome del impostor?
1. Aprende a atribuir correctamente tus éxitos y fracasos: cuando consigas un logro, recuerda que no lo has conseguido por las circunstancias externas (alguna vez puede pasar pero evita generalizarlo). Piensa qué has hecho para conseguirlo.
2. Añade en tu vocabulario frases como «estoy preparado/a para hacer frente a mi trabajo » o «soy competente«.
3. Percibe el error como parte del aprendizaje y no como un enemigo. ¿Quién no se ha equivocado nunca?
4. Habla de tus éxitos con personas que te valoren, te lo mereces.
No dejes que el miedo no te deje avanzar en tu vida profesional. La vida te depara grandes sorpresas, tú lo vales, pero no es suficiente con que te lo diga yo, te lo tienes que creer. Deja de dialogar con tu «yo» que duda de ti y te dice que no lo vales, aprende a vencerle.
Si no tienes confianza, siempre encontrarás una forma de no ganar, Carl Lewis.
Andrea Martínez Pellicer
Agradecimientos a Alfonso Casas por mostrarnos con tanta sencillez que tu peor enemigo eres tu mismo.