¿Quién no ha experimentado esos nervios ante una exposición en clase, un examen, una cita o una entrevista de trabajo? Yo lo he experimentado muchas veces y también me he preguntado cómo controlar los nervios hasta que entendí que el control era contraproducente.
Antes de meternos de lleno en este tema, quiero decirte que es muy usual experimentarlos, sin embargo, cuando no sabemos gestionarlo (sí, hablo de gestionar y no controlar ya que del control es una estrategia poco saludable). ¿Quieres aprender a gestionar mejor los nervios? Quédate conmigo en la lectura de este artículo sobre cómo controlar los nervios, estoy segura de que te ayudará.
¿Cómo saber si los nervios son malos?
Esta pregunta me llega muy a menudo. Lo primero que quiero destacar es que los nervios en sí no son buenos o malos, lo que sí es perjudicial son las consecuencias y lo mucho que pueden interferir en tu vida diaria. Aterricemos este concepto. Digamos que si habláramos de un continuo, los nervios serían considerados como poco intensos y la ansiedad se consideraría como lo más intenso. Quiero destacar que lo estoy simplificando MUCHÍSIMO para que nos entendamos.
A tu pregunta, los nervios no son ni buenos ni malos. A lo que conviene que prestes atención es a la influencia que tienen en tu vida diaria y tu bienestar.
¿Los nervios y la ansiedad son lo mismo?
La respuesta es NO. A continuación te contaré las principales diferencias entre ambos conceptos.
Empecemos con los nervios. Aparecen ante hechos concretos a los que nos tenemos que exponer y nos causa miedo como por ejemplo hablar en público. Sin embargo, suelen disminuir considerablemente una vez que empiezas a llevar a cabo la tarea. Esto no quiere decir que las señales que aparecen como la sudoración o el temblor en la voz, manos sean inocuos, son algo desagradables pero no son muy intensos. ¿Me sigues? Si tienes dudas, escríbeme.
Ahora pasemos a la ansiedad. Se habla mucho de ella, pero, ¿sabes en qué consiste? La ansiedad es de carácter más difuso, es decir, que aparece pero no siempre sabemos precisar aquello que nos atemoriza y, además, es mucho más intensa que los nervios. Si alguna vez la has experimentado, el componente fisiológico es muy marcado (opresión en el pecho, palpitaciones, náuseas, mareos, embotamiento etc). Lo que más perjudica de la ansiedad es que permanece flotando aunque «objetivamente» no haya nada amenazante. Por ello, es importante que pidas ayuda psicológica.
Si te interesa el tema de la ansiedad te dejo este artículo sobre 6 mitos de la ansiedad que no conocías.
Ahora que has entendido la diferencia entre los nervios y la ansiedad, pasemos a la gestión de los nervios.
¿Cómo gestionar los nervios?
Lo primero que quiero que hagamos es que cambiemos el cómo controlar los nervios por cómo gestionarlos. El control lejos de calmarnos aviva esa activación. Por otro lado, es importante que aceptes que lo estás experimentando, que aquello que sientes al hablar en público son nervios. No son signo de debilidad y nos pasa a todas/os por lo que el primer paso es la aceptación para que podamos permitirnos sentirlo e identificarlo y empezar a gestionarlo.
Ahora que ya hemos puesto las cartas sobre la mesa, ya estamos preparadas/os para aprender a gestionarlo. Coge papel y boli, esto es importante.
3 estrategias para gestionar los nervios
1.Aprende a respirar mejor
Cuando estamos nerviosas/os tendemos a retener o alterar la respiración acelerándola. Digamos que esto manda señales a nuestro organismo para que permanezcamos alerta. De ahí la importancia de prestar atención a tu respiración. Un ejercicio muy sencillo consiste en inhalar contando hasta 5 lentamente y exhalando contando hasta 5 de nuevo. Este ejercicio va ayudarte a calmar y regular tu respiración, pruébalo. Hay muchos más ejercicios, te los dejo por aquí.
2. Practica la relajación
Ver la TV, entrar en las redes sociales no te ayuda a relajarte (te distrae). Por ello, te animo a que entres en contacto con las técnicas de relajación, hay de muchos tipos y con dificultades variadas. Te dejo este artículo, entra y elige la que se adapte mejor se adapte a tus circunstancias (respiración profunda, destensar el cuerpo o una visualización guiada), te lo explico todo mucho. Si te pierdes con algo, estoy al otro lado, escríbeme.
3. Cuestiona aquello que piensas
Haz memoria y recorre los pensamientos que suelen aparecer cuando experimentas nervios. Todas/os pensamos algo así como «siempre me equivoco», «seguro que me sale mal». Aunque no puedas ver ni tocar a estos pensamientos para que se esfumen, tienen un enorme impacto en tu desempeño ya que son una conducta verbal encubierta (es decir, te estás hablando a ti mismas/o). Por ello ten animo a que les plantes cara y los cuestiones haciéndote estas 3 preguntas: Voy a simular un ejemplo digamos que el pensamiento es «siempre me la fastidio en las charlas»
- ¿Qué datos tengo en contra de este pensamiento? Ejemplo: el otro día di una charla que gustó mucho y no la fastidié.
- ¿Para qué me sirve pensar así? Ejemplo: para sabotearme, no me sirve para nada, acabo sintiéndome peor.
- ¿Qué le diría a mi mejor amiga/o o a un familiar al que quiero? Ejemplo: Confío en que lo harás lo mejor posible, todas/os nos equivocamos y no pasa nada. Te apoyo y estaré aquí para lo que necesites.
Estas preguntas nos ayudarán a ajustar estos pensamientos con el fin de que sean más flexibles y saludables.
Ahora que ya tienes las herramientas, te dejo que madures todo lo leído. El objetivo es que con este artículo empieces a gestionar esos nervios que aparecen ante una charla o una entrevista. Recuerda que este artículo es meramente divulgativo, no equivale a terapia psicológica, si necesitas una ayuda más especializada o tienes alguna duda, pregúntame, me encantará atenderte, este es mi correo andrea@tuespaciodeterapia.com
Te mando un abrazo,
Andrea M.P.