Últimamente, en los medios de comunicación nos están machacando con lo que denominan fatiga pandémica. Ya estamos otra vez patologizando una reacción normal de cualquier ser humano ante una situación de este calibre. Bueno, no me voy a adelantar… en este artículo veremos a qué se refieren con este concepto, vamos a normalizarlo y te daré unas pautas muy genéricas para sobrevivir a esta monotonía sin perder el norte. ¿Lista/o? Allá vamos.
¿Qué es la fatiga pandémica?
Tras meses de restricciones, aumento del número de casos, monotonía, falta de estimulación… las personas han empezado a experimentar ciertas emociones como el enfado, tristeza, se sienten desmotivadas. Como consecuencia de esto (cosa que nos perjudica enormemente), dejan de tomarse en serio las restricciones y medidas de seguridad para prevenir el contagio.
No obstante, dado que este tema se está tratando en todos los medios, hay una cierta confusión y se pierde la esencia de lo que este concepto refleja. De hecho, en algunos artículos se percibe como un problema digno de tratamiento (ya estamos patologizando otra vez…), se mezcla con estrés, depresión… En definitiva, la sociedad está confundida y con razón.
Vamos a desgranar los elementos que nos hacen sentir así para no caer en la trampa
Llevamos casi un año conviviendo con la pandemia por COVID-19, la cual deja una huella evidentemente. Seguro que este pensamiento de no poder más con esta situación lo has compartido con muchas personas y es generalizado. Por tanto, no eres la única/o. La fatiga pandémica está presente en la mayoría de los hogares.
Exposición continuada al virus:
Has estado viviendo mano a mano con esta pandemia durante mucho tiempo, exponiéndote a este lavado de manos, mascarilla, distancia física… hasta en algunos casos te has podido acostumbrar. Eso quiere decir que has añadido a tu mochila de aprendizajes todo esto tras una exposición continuada. Y, aquí viene la parte negativa, dado que ya crees conocer al virus, empiezas a percibirlo como menos amenazante porque es un estímulo «conocido» para ti y piensas que el riesgo es menor (no dejes que esto te engañe, el virus es peligroso y las medidas hay que seguir cumpliéndolas por tu salud y la de los tuyos).
Haces un balance entre riesgos y costes:
Los costes de respuesta son aquellas conductas que llevas a cabo para protegerte (no viajar, no ver a tus amigas/os, ponerte la mascarilla, etc) y los riesgos son las consecuencias que tiene el no cumplir con estas medidas (contagio, hospitalización, persistencia del virus en el mundo, etc). Estamos viviendo una situación muy complicada y hay personas que han perdido familiares, trabajo, oportunidades y esto forma parte de los riesgos. Como consecuencia valoran los costes mucho más altos que los riesgos y les lleva a dejar de lado las restricciones. No obstante, piensa que si caes en esta idea, puedes pensar en un primer momento que hagas lo que hagas no tienes el control de nada, pero, en realidad tienes en tus manos muchas medidas que pueden contribuir a que esto acabe, es cosa de todos/as.
¿Qué puedes hacer?
Primero, valida lo que sientes. Es normal estar harta/o, compártelo con tu entorno. De esta manera, te vas a sentir menos solo/a en esto. Somos seres sociales, compartir y sentir que formamos parte de un grupo nos sienta bien.
Segundo, create rutinas. Cada personas se creará la que más se ajuste a sus necesidades, disponibilidad horaria, familia, trabajo, etc. Tener una cierta organización te va a permitir mantenerte activa/o, llevar un cierto orden en las comidas, ejercicio físico. ¿Qué quiero decir con esto? Al activarte y moverte, tratando de hacer alguna actividad reforzante, hará que calientes motores.
Tercero, dosifica la exposición a los noticiarios. Una cosa es mantenerse informadas/os y otra es estar continuamente viendo noticias (la mayoría negativas) sobre lo que esta ocurriendo. Planifica un momento del día para informarte y realízalo sólo en ese momento.
Como ves, lo que se denomina como fatiga pandémica no es más que el cansancio derivado de esta situación tras prolongada. Conociendo qué es y las consecuencias que tiene evitas caer en la trampa y acabar percibiendo el virus como menos peligroso (y eso es realmente peligroso, valga la redundancia). Si te ha gusta este artículo, te invito a que te pases por mi Instagram, y veas este vídeo en el que charlé con mi compañera, psicóloga Marina Cordero sobre este tema.
Este contenido no equivale a una terapia psicológica. Lo tratado en el artículo es genérico y no tiene en cuenta las circunstancias particulares de cada persona. Si crees que requieres de esta ayuda, no dudes en ponerte en contacto conmigo a través de andrea@tuespaciodeterapia.com.
Acabo el artículo con una frase de Alejandro Palomas que nos tenemos que decir más a menudo en esta sociedad supersónica.
«No podemos seguir pidiendo perdón por vivir», Alejandro Palomas.
Te mando un abrazo,
Andrea M.P.
Si te has quedado con ganas de más, este artículo en el que te hablo sobre la ansiedad, te gustará. La ansiedad va de la mano de esta fatiga pandémica.